Si en 1988 Manolo Santander había conseguido el primer premio de cuartetos en adultos, al año siguiente alcanzaría la gloria en chirigotas con ‘El crimen del mes de mayo’, unos niños de comunión que consiguieron el primer premio con dos autores que se estrenaban con el grupo. Para la letra, la chirigota contó con un autor ya premiado en la fiesta: Francisco Abeijón, más conocido como Carapalo. Para la música, fue elegido un músico de comparsas que había colaborado con algunas músicas del Sheriff, Pepito Martínez, autor de las comparsas de Quiñones por aquella época. Este binomio dio como resultado una chirigota de la que el pasodoble ha quedado así como algunas letras de cuplés.
Ese barrio de la Viña
del que tanto he presumío,
ese barrio tan bullicio
cuando llega el carnaval,
el que llegando febrero
to el mundo le piropea,
el que dicen que sus calles
todas te llevan al mar.
Si a cada barrio de Cai
Dios le ha dao sus encantos
y a la Viña le ha tocao
el del carnaval
entonces por qué coño
cuando llegan las fiestas
siempre se empeña alguien
en quererlas derrotar
poniendo to sus calles
llenas de chiringuitos
cantando sevillanas
todo el día sin parar.
Mi barrio de la Viña,
barrio chirigotero
nunca permitiremos
que una simple sevillanas
a ti te quieran hundir
mientras haya un comparsista
pa cantarle a su tierra
esto no será nunca
como una feria de abril.
Quien quiera sevillanas
que se vaya a Sevilla
y lo mismo que el Beni
que se quede allí a vivir
porque cómo es posible
que en el barrio de la Viña
se cante por sevillanas
y se olviden del tanguillo
que es la tradición de aquí.
Para el año siguiente, la chirigota cambia de músico y es Antonio Martín García el encargado de hacer la música para una chirigota con letra de Carapalo en la que Manolo Santander también interviene en el repertorio. El resultado fue maravilloso y consigue el primer premio por segundo año consecutivo. Fue un año especialmente bueno para Martín, ya que también consiguió el primer premio en coros y en comparsas, toda una hazaña. De esta chirigota se recuerda el pasodoble “Mi amigo Paco”, donde se muestra la cara de la Viña que ven los viñeros y que muchas veces no queda patente en los repertorios del carnaval.
Mi amigo Paco intentaba convencerme
de que hiciera un pasodoble
dedicándolo a la Viña
que resaltara la belleza de sus calles
y el aroma de su ambiente
que enseguida te encariña.
Qué más quisiera yo, Paquito de mi alma,
que lo que me estás pidiendo
fuera una realidad
pero resulta, picha,
de que mi barrio se desmorona
y que en un mismo cuarto
allí conviven doce personas
qué clase de piropo le puedo echar.
Yo no muero por la Viña
yo es que vivo allí en la Viña
y me hace gracia la gente
que son viñeras
tan solo en fechas de carnaval.
Quisiera ver al poeta
que escribe tan bellas letras
si tuviera la cocina apuntalá.
Qué más quisiera yo
que en los callejones huela a escollera
y que la viña fuera
la casita del mar.
Pero si es que mi barrio
se está cayendo poquito a poco
cómo hacerle un piropo
si da pena de verlo
cómo se hunde cada vez más.