El pasado sábado conocíamos la repentina muerte de don Antonio Cantos Osorio, más conocido en el mundo del carnaval como el “Caracol”. Este comparsista, cuya inconfundible voz le valió el título de mejor contralto de la historia, fallecía semanas después de demostrar en el Café Teatro Pay-Pay que su voz todavía seguía sonando como en sus mejores tiempos.
El Caracol nace en los callejones, cerca de la plaza de La Cruz Verde en la segunda mitad de los años 50. En el lavadero de su casa de vecinos ensayaban agrupaciones, algo que hizo que desde niño se interesaba por esta fiesta. En 1974 llegó a ensayar con el mismísimo Paco Alba, aunque finalmente no llegó a salir. Es en 1975 cuando empieza su andadura carnavalesca con todo un primer premio juvenil, la comparsa ‘Romance caletero’.
Al año siguiente debuta en adultos de la mano de José Moreno y Miguel Villanueva (quien firmaba con el pseudónimo de Óscar Iradi) en la comparsa ‘Ilusión carnavalesca’ llevándose un tercer premio, por detrás de ‘Carnaval 76’, de Pedro Romero y Aurelio del Real; y de ‘España y olé’ de su admirado Antonio Martín.
Una bella canción rodeada de sol
con serpentinas multicolores del cielo cuelga,
un corto beso unido al papelillo desde un balcón
y mientras dos plumeros
como guerreros que se pelean
tiñendo en el aire del infinito esta afición.
El pon-pon de una caja con el redoble de gracia y sal,
acordes del tanguillo tan popular,
un bonito poema con la parla caletera,
corazones fundidos la raíz del carnaval.
Aquí siento el compás del bombo y la guitarra,
el viento y el orgullo de ser gaditano.
Así quiero cantar, a ti, guapa paisana
en el mes de febrero soñado en el año.
Así con el levante o la lluvia traicionera
fielmente por mi Cai y mi ilusión
disfrazado al capricho de mi sangre marinera
aunque pierda la vida, mi tesoro y la voz.
Tras un año de descanso, en 1978 vuelve a conseguir un tercer premio de la mano de Benito Manuel Cervantes y Antonio Miranda en la comparsa, ‘Savia nueva’, una agrupación donde participarían también comparsistas reputados como Catalino o Juanelo, con quienes coincidiría posteriormente.
Vuelve a descansar y, a partir de aquí, vinculará su trayectoria solo a dos autores: Joaquín Quiñones y Antonio Martín. En 1981 entra a formar parte de la comparsa de Joaquín Quiñones y Aurelio del Real, ‘Gallos de pelea’, que no consigue entrar en la final.
Era la primera vez que Caracol se quedaba fuera de la última noche de concurso, pero al año siguiente sí lo hizo, y de qué forma, consiguiendo un primer premio, su primer primer premio en adultos (al igual que de su autor), ‘Dioses del Olimpo’. En esta comparsa vuelve a coincidir con Catalino y Juanelo. Esta comparsa fue la digna merecedora del primer premio con coplas como esta:
En la cara oculta de los carnavales
se esconde la imagen de un gran personaje.
No existe en la fiesta
labor más ingrata
que el que sale a postular
a veces por un real
con un viejo colaor
gritando a desgañitar
entre las gentes a empujones
“¡La voluntad!, que esto es pa los botones”.
Tienen un don especial
aunque sea un contradios
es su honrilla, ser sinvergonzones.
Su clásico pregón
“¡las coplas! ¡las premiás!
¡ay, niña, vámonos! no seas malaje“.
Es fiel y servicial,
levanta la moral,
y el que nos pone bien, con el moyate.
Con su viejo disfraz
de cualquier carnaval
el postulante es nuestro gran talismán.
Justo es reconocer
que no le hacen honores
si triunfamos en escena
llorará entre bastidores.
‘Dioses del Olimpo’ supuso un primer hito en la trayectoria de Caracol, fue una comparsa que, a pesar de haber ganado, sienta las bases para un éxito mayor, aunque con un premio mayor, en 1983: ‘Robots’.