Al circo, mare, yo quiero ir al circo,
mitad hombre y mitad niño,
le refirió a su manera.
Dinero, si yo tuviera dinero,
no habría en el mundo entero
un circo que tú no vieras.
Y se fue, mitad hombre, mitad niño,
entre el bullicio y la algarabía
al mundo de la ilusión
con el corazón
lleno de alegría
pero ignorando en su mente
que sin dinero
solo en el Cielo podría entrar.
Y se fue por siempre,
tras su suerte se fue.
Y la función dio comienzo
entre el clamor de la gente,
mil niños gozaban dentro,
fuera él quedó indiferente,
golpeado por la vida,
con el pesar más profundo.
Mitad hombre, mitad niño,
cayó vencido contra sus penas
y en busca del algún payaso
llegó camino de las estrellas
al mayor circo del mundo.
Antonio Martín García
‘Voces negras’ – 1982