Tengo una muralla real
vestía de yedra, con los brazos abiertos
como diciendo: “pasad,
bienvenidos a Cai,
novia de los vientos”.
Vente conmigo del brazo
vamos a darnos un vueltazo
por ese casco viejo.
Bajamos el compás
del barrio Santa María
donde cuaja la sal, por alegrías
donde las vecinas cantan en los lavaeros
y parece que bailan
si están tendiendo.
El Pópulo guarda el sabor
de los patricios gaditanos
con ese gran circo romano
de piedra ostionera
y donde la catedral
ya apenas repican campanas
tienen que mimarla
por miedo a caerla.
La Plaza las flores, una estampa
y la Cruz Verde, una feria
donde se desangra la plata
de caballas caleteras.
La viña esconde el sol
en el crisol de su Caleta
tienen arte hasta colgando
ay, ay, sus macetas, sus macetas.
El Parque, el Balón y el Mentidero
y en San Carlos, ya me muero
asomao a sus troneras.
Yo no entiendo na de arquitectura,
de balcones y columnas
ni del año en que se hizo
porque Cai es patrimonio
de este mundo y del otro
y Dios tuvo un capricho.
Joaquín Quiñones y José Martínez
‘El baratillo’ – 1998