Cuando España se parecía
al lejano Oeste
recuerdo que los pistoleros
vestías de gris,
las balas en el cargador
y en los ojos el desprecio
la muerte no tenía un precio
porque era de necios
pensar y sentir.
Con su patada en la puerta
entraban en un saloon
o cargaban a caballo
a una manifestación.
Y Billy el niño sembraba el terror
con mirada de matón y risa floja
fueron los años de la represión,
de torturas, de prisión
y pieles rojas.
Billy el niño era el sheriff
de los puñetazos y los disparos
y donde ponía el ojo
ponía también el desamparo
y las pieles las marcaba
como si fueran ganado.
A la cárcel ya no vas a ir
y te vas a morir
sin cuentas que rendir
y sin arrepentir
viejo vaquero
pero recuerda, canalla,
que aunque te arranquen
esas medallas
y un pellizquito de tu pensión
tu condena, tu pena y tu desgracia
es que tus ojos han visto
la democracia, la democracia.
Antonio Pedro Serrano y Jesús Bienvenido
‘Chernobyl, el musical’ – 2020