Tras dos primeros premios consecutivos, el tándem Burgos-Martín, continuaría en 1991 con un segundo premio, ‘A Venecia del tirón’. Inspirándose en la ciudad italiana de los canales llevaron al Falla este ambiente. Os dejamos con este tango.
Lo escribe el Tío de la Tiza
cuando agonizan nuestras colonias,
a aquella “ingrata manigua”
van nuestros barcos, barcos con honra.
Con qué grande sentimiento
vi yo a una madre, también lloré,
y el tango de “Los Claveles”
que tanto duele lo recordé
Ya los marineros
de la fragata salen de Rota,
y un padre me dice
“yo no comprendo esta decisión”,
y una madre llora,
llora una hermana, llora una novia,
suena la sirena
del Vaporcito diciendo adiós.
Mi Cádiz saca un pañuelo
de calles blancas de despedida,
se marchan los marineros
para una guerra sucia y temida.
El precio la gasolina defenderán,
qué cruz la del andaluz,
pá que un rico gane más.
Fragata Santa María,
yo te diría lo que he pensado,
lo piensa esta tierra mía
y te lo dice cantando un tango.
Al Golfo van nuestros hombres,
y otros se quedan, yo sé sus nombres,
yo sé sus nombres, quedan en tierra,
que en esta guerra
todos los golfos,
todos los golfos,
no han embarcado.
En 1992 sacan un tipo espectacular ‘Los pájaros’. El nombre no escondía ningún secreto, pues su tipo, espectacular, era de pájaros. Con esta agrupación, el coro de la Viña dejrá de estar escrito por Antonio Martín y Antonio Burgos.
En 1993 el coro cambia de autores, que pasan a ser Antonio Hucha, José Martínez y la propia agrupación. El resultado fue un coro semifinalista: ‘Chucherías’.
Para el año siguiente el coro recupera a Antonio Martín y recibe en la coautoría a Antonio Miranda. ‘Al ataque’ se quedó en las semifinales.
Para 1995 el coro volverá a la gran final con Antonio Miranda y Antonio Martín como autores. El tipo elegido será ‘Los cuentistas’ y consiguieron un cuarto premio.
En 1996 consiguieron un tercer premio de nuevo con un tipo muy infantil ‘El chichibolo’. El disfraz, muy conseguido, recordaba a aquellos muñecos. La autoría en esta ocasión fue de Antonio Martín y José Manuel Sánchez Reyes, quien en aquellos años compartía autoría de la chirigota del Yuyu.
1997 fue el año del pregón de Antonio Martín, y también el año del último primer premio del coro de la Viña. El nombre lo tomaban de la obra de Pedro Payán, ‘El habla de Cádiz’. Este coro, con autoría de José Manuel Sánchez Reyes y Antonio Martín, homenajeaba a este último de esta manera.
El verano acabó
vamos a empezar
se presenta el tango
de nuestro coro, de nuestro coro.
Ha llegado el autor,
vamos a escuchar,
el tanguillo puro
nuestro tesoro, nuestro tesoro.
Ya cogió la guitarra
buscando tono mueve sus manos,
con su voz ronca empieza a cantar
dándole rienda suelta
a esos compases tan gaditanos.
Tan solo se escuchan,
las respiraciones,
y el latir inquieto
de los corazones.
Ole, que ya el silencio arranca un ole
es imposible estarse quieto
que cuando se oyen estos sones.
Y crece en el ambiente
la incertidumbre,
porque ya va llegando
del viejo tango el momento cumbre.
Atención que llega el trío
provocando escalofríos,
nos cruzamos las miradas
que emocionadas y confidentes,
el autor sigue cantando
con ese sabor de siempre.
Como podría explicarles
lo que se siente en ese momento.
Al escuchar por primera vez
este tanguillo tan nuestro,
no puedo ser más sincero.
Antonio, sigue tocando
que te acompaño con esta letra
viejo poeta
pa un pregonero, pa un pregonero.