Cuando me asomo al espejo
veo mi rostro marcado
por la lucha y por el dolor
y me acuerdo sin querer
de mi pobre educación
y de una infancia perdida.
Aquellos tiempos no daban para buenos estudios
y fui condenado a trabajar desde muy pequeño.
Yo siempre pensaba
en ser importante
y sólo me quedan los sueños.
Ahora tengo que aguantarme
con los trabajos más duros,
con esta condena no hay futuro.
Yo no puedo extresarme como quisiera
ni entiendo nada de lo que dice
la burocracia y los partidos.
Muchas veces me come el sufrimiento
y hasta me hace llorar por dentro
igual que un chiquillo.
Soy preso de todos los cazadores de poder
que van siempre engañando al infeliz.
Aunque yo sé que analfabeto seré
hasta que muera mi ser,
rechacé el estudio.
Yo pude ver a mis padres sin tener ni pa comer
y por ello trabajé
y es mi mayor orgullo.
Francisco y José Luis Alcántara Pedemonte
‘Nos quedamos de piedra’ – 1989