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Leí su diario
cuando ya mi mare
no me podía hablar
de unos malos tratos
que estuvo aguantando
y jamás dijo na.
Nunca tuvo pruebas
donde se le viera
tanta vejación,
no había moratones,
ni tenía arañones
ni hubo violación.
No había señales
porque no podía
enseñar el corazón.
“Cobarde, cobarde, cobarde,
siempre con querías
oliendo a perfumes de otras
y mi cama vacía,
jamás me llevaste una tarde
con los niños al parque,
nunca pudiste apagarle la tarta,
era sagrada su partía de cartas
y sus disputas en el mostrador.
Nunca me puso la mano encima
pero me estuvo enterrando en vida
y por mis hijos me lo he callao to”.
Joaquín Quiñones Madera, José Antonio Cheza Martínez y Manuel Sánchez Alba
‘Los vikingos’ – 2003