Esta es la historia de una princesa
que derrotaba a los dragones.,
jamás pintó sus labios de fresa,
mandaba ella y sus pantalones.
Su camiseta tenía en el centro
un puño en alto y dos frases:
“No me doblego, no me someto.
Mi vida es mía, no soy de nadie”-
Su reino, el terreno que pisaba
ningún temor albergaba,
nunca vestía color de rosa,
jamás creyó en los unicornios.
La vida, y se enfrentaba a la vida
calzando sus deportivas,
ni era coqueta, ni entre sus logros
vivía el yugo del matrimonio.
Su nombre, sin género definido
ante los ojos de Dios.
Las trencitas de su pelo
por una gorra cambió.
Y las cositas de la casa
las hacía con sus padres
que la igualdad es la llave
pa no acabar siendo esclava.
Conquistaba cuando quería,
fue tan sabia y tan valiente,
guerrera e independiente,
que se sobraba y bastaba.
Su cuerpo el templo de sus placeres, su voluntad.
“Este cuento se ha acabado, ya es tarde,
mañana hay que ir al colegio.
Buenas noches, cielo mío,
que tengas felices sueños”.
Y cuando apago las luces y me acuesto,
conmigo el miedo combate,
porque no quiero que crezca
y conozca a un hijo de puta
que me la mate, que me la mate.
Antonio Martínez Ares
‘La ciudad invisible’ – 2023