A cantar y a bailar
que es la fiesta del balneario.
A cantar y a soñar
que soñar es extraordinario.
Una madrugada
del mes de diciembre
dicen que a la luna
la vieron llorar
lágrimas de plata
sobre su Granada
y, en la mar gaditana,
resonaron sollozos
llenando la pleamar.
Cuentan que hasta el viento de Levante,
roto en su desesperación,
como un vendaval extraordinario,
la fecha del calendario
con rabia la destrozó.
Sí, se escuchaba gemir
con desconsolación
la Alhambra y el Albaicín
y, por unos momentos,
el tango nuestro perdió el compás.
Las olas de la Caleta
que es plata quieta,
se calló la prima de la guitarra
y nadie la pudo consolar.
Suenan, suenan
notas de habaneras con aire triste
por las esquinas,
sí, porque ya se marchó,
sin andar por las ramas
el canto de un ruiseñor.
Copla, Copla,
se vistió la copla
de negro luto por el autor.
Llora, llora toda Andalucía
en aquella despedida
transida por el dolor.
Adiós al artista,
adiós a ese gran humano,
ya se fue pa siempre qué pena, pena,
de Carlos Cano, de Carlos Cano.
Antonio Miranda y Juan Antonio Lamas
‘El Balneario de La Palma y del Real’ – 2001