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Una noche serena
del mes de agosto
a la punta la Sato
me fui a pescar
y como los pescados
llegaban poco
miraba lo grandiosa
que es la mar.
La Luna reflejaba
sobre las aguas
miles de chiribitos
que hacían brillar.
Y yo me embelesaba
con todo el Universo
sintiéndome un insecto
en tanta inmensidad.
Al mirar
para el Puente Carranza,
para los Astilleros,
dos o tres petroleros
para reparar.
Al mirar
las luces encendidas
de mi Cádiz divina
me dio para pensar:
la vida es todo lo bello
si el humanismo
fuera bondad
y el caminar
hacia el progreso
se hiciera mejor
y con más amor
hacia los demás.
Enrique Villegas Vélez
‘Rancho grande’ – 1982