Eran las tres de la tarde
cuando la locura de un padre
puso el fuego de una candela
y a las cinco ya dejaba por el aire
con el humo la venganza de una fiera
y una madre, mientras tanto, al cielo dijo:
“¿Dónde fueron mis dos hijos,
que no duermen a mi vera?”.
Eran las tres de la tarde
la hora de los cobardes
delante de las hogueras.
No existen leyes ni justicia
que castiguen la inmundicia
asesina del cariño
matando a un niño,
qué horror más grande
sobre todo si esa rata
que a dos niños asesina
es quien mata y elimina
a su propia sangre.
No existe un peso en la balanza
que devuelva la esperanza
y a la voz de la justicia no le haga mella.
Eran las tres de la tarde
y en su Córdoba, la bella,
allí perdía una madre sus dos estrellas.
Por su dolor tan profundo
y su dolorosa huella
todas las madres del mundo
lloran con ella, lloran con ella, lloran con ella.
Ramón Manuel Ruiz, José Luis Bustelo y Juan Carlos Fernández
‘Las de la alegre figura’ – 2013