Desde el patio de las malvas
donde echamos el sueño eterno
entre polvo y telarañas
me acaban de levantar
y es que como el refrán dice
no se salvan ni los muertos
y al igual que otros paisanos
que a la fuerza se marcharon
ahora me toca emigrar.
Y pensar que en otros tiempos
yo pisé por estas calles,
respiraba de este aire
como un gaditano más
y ahora quieren mandarme
cerca de Medina
allí van a plantarme
con las tagarninas
se nota que los muertos
ya no pueden votar.
Ay, mi Victoria,
siempre a tu lao
de tu verita
me han arrancao,
adiós playita,
adiós pa siempre,
mándame un beso
con el poniente.
Jamás olvidaré tu olor a bajamar,
ese olorcito que me hacía resucitar
le tengo envidia a los fenicios y romanos
que aquí enterrados por los siglos quedarán.
El que se piense que no me puede matar
cuando me arranquen de tu verita
cuando, Tacita, yo me vea en tierra ajena
yo te juro que me muero
yo me moriré de nuevo
yo me moriré de pena.
José Manuel Martínez y Francisco Javier Sevilla
‘Aquí no hay quien viva’ – 2011