Igual que cada mañana Adela y Manuel
vuelven de nuevo a poner
una sonrisa a la vida.
Manuel le dice: “Anda ya
no te preocupes, mujer,
que mientras que estés conmigo
habrá siempre una salida”.
Igual que cada mañana desayuna en la humildad
de un café que nunca pagan
porque siempre los convían
y es que en su barrio toavía
queda gente con bondad
y con la mirada perdía
de aquel que ya no tiene nada
Manuel vuelve a recordar su vida
cuando pasa por la esquina
de la que fuera su casa.
“No llores, Adela mía,
que todo pasa, ay, que todo pasa”.
Y sin querer ni pensar
regresan de Jesús pobre
y se vuelven a besar
que pa sus hambres
no hay mejor postre.
Y pasean por la calle
derramando su ruina
princesa de este don Naide.
“Vámonos que se hace tarde, mi amor”,
y en un rincón del parque
a la luz de las estrellas
Manuel le dice a su Adela:
“Mare, mare no sé quién es más rico
si el que nos echó de casa
o este que duerme a tu vera”.
Antonio Martín García
‘Los hippytanos’ – 2014