Por Twitter María Garabato nos pedía el final de popurrí de Los capitales. En Jartibles.net está entero, hemos corregido los errores y aquí os dejamos con él:
Dios creó la tierra
y con ella los hombres
y su misma soberbia
condenó a la muerte
a sus semejantes.
Dios creaba el pecado
a la vez que el castigo
y así nos condenaba
por culpa del fruto prohibido.
Desde entonces vimos a la mujer,
con soberbia, «parirás con dolor».
Y al hombre le dijo «serás sufrimiento»,
y al hombre le dijo «maldigo tu aliento»,
y al hombre, él mismo condenó su vida,
comiendo la fruta prohibida
del Árbol de la Ciencia y la Sabiduría,
y Dios le condenó.
Y el hombre tuvo descendencia
y así nacía la envidia,
y el hombre con sus miserias
a su hermano mataría.
Caín mataba a su hermano
por pura envidia y por celos
y cometir el pecado
que los hombres mantenemos.
La envidia nos lleva a la ira,
la ira nos lleva a la muerte,
la muerte nos roba la vida,
la vida del más inocente.
Y es la ira con la que matamos,
nos llena de sangre y nos roba el amor.
Y es la ira quien mata al hermano
y la que corrompe nuestro corazón.
Y aquél hombre que hambriento
te arranca de cuajo
el alma y lo come
y derrama tu sangre
con tal de salvarse la suya.
Y más hambre y más hombre
sin hambre te come
hasta las entrañas,
dando paso al pecado,
dando paso a la gula.
Y aquel hombre que en cuanto
te vuelves te arranca el pellejo,
te absorbe y te extrae la sangre
que corre en tus venas.
Te convierte en lujuria,
tan ciega por tu sangre,
se relame los labios si sabe
que puede tu alma robarte.
El hombre se come tu alma,
lujuria de todos los hombres,
el ansia del hombre que manda,
pecados que sí tienen nombre.
El hombre se come tu alma,
lujuria de todos los hombres,
el ansia del hombre que manda,
pecados que sí tienen nombre.
El hombre
que es pecador desde que nace
romperá el saco de avaricias
mientras respire.
La avaricia corromperá
y a sus amigos los venderá,
el hombre es hombre
y matará por tener más y más.
Y el hombre
que ya carece de ideales
se está muriendo en su propia cama,
ya no hay mas lucha.
La pereza pudo con él,
y el mundo gira y gira al revés,
y el hombre al hombre lo esta matando
de forma cruel.
Mal hermano,
hombre injusto y despreciable,
que ganaste tu dinero
con la sangre de tu madre.
Mal marido,
hombre muerto y hombre vivo
que con el paso del tiempo
la pereza te ha perdido.
Y el hombre mató a otro hombre
por la avaricia de tener más que el otro hombre,
y así condenaba la muerte a su propio hermano.
Quien este libre de pecado
que tire la primera piedra,
seguro que no hay nadie
que esté libre en la tierra.
Quién no comete un pecado
por más santito que fuese,
quien no cometió errores
sin que su alma quisiese.
Quién no robó en el pasado
un corazón en exceso,
que alguien levante la mano
si no ha robado algún beso.
Y quién no ha tenido ganas
de comerse a su amada,
quién no tuvo algún día
la lujuria encendida.
Quién no cometió pecado
con la sangre de un hermano,
quién esté libre de pecado
que levante la mano.
Inspiraba la envidia
yendo contigo amada
desataba la ira
en cuanto te besaba,
me creí con soberbia
siendo tu único dueño,
me sentí un avaro
hasta en mis propios sueños.
Y por ti la lujuria
se empapó de mi alma
por buscarme la gula
se absorbía en tu mar,
por ti sentí pereza
sólo estando a tu lado,
por tu amor yo viviera
eternamente en pecado,
en pecado,
en pecado.
* * *
Juan Fernández Domínguez
Los capitales, 2007