Aunque fuera por un día
nadie lo imaginaría
el cambio sería profundo
si una madre gobernara
en los destinos del mundo.
No existirían las guerras
que defendieran fronteras
porque una madre no quiere
a sus hijos en las trincheras.
Una madre quitaría
del mundo tantas barreras
y remaría pateras
que se hunden en la mar.
Una madre arrancaría
esas manos asesinas
que sólo saben matar.
Y nunca consentiría
que por culpita del hambre
mueran sus hijos día tras día.
Una madre movería
cada rincón de este mundo
sólo en defensa de nuestra vida.
Aunque sólo fuera un día
se olvidaría tanto dolor.
Se borrarían palabras
como droga y hambre
y nadie de nadie nunca
sería el que mande
¡Qué grande!, ¡Qué grande!, ¡Qué grande
si un día gobierna una madre!
Luis Ripoll Lázaro
“La Tarantella” 2008
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