Como las hojas secas del otoño,
como una flor sedienta que marchita,
Como esa estrella que recorre el cosmos
y a lo largo del camino, poco a poco, se disipa
quien fuera la alegría de su barrio
con un soplo de viento se apagó,
porque la muerte llegó sin llamar,
porque por culpa de una enfermedad
se fue el amor que de niña le juró
estar siempre a su verita,
palabras que aún sangran heridas
en la cruz de su dolor.
Después de casi seis años
llevando el luto a escondidas,
con la mirada agachada
y la risa borrada de su corazón,
por fin la vida trajo a María
la luz bendita de un nuevo amor.
Y por las calles se ve pasear
con su sonrisa medio dibujá
colmá de besos y de manos atás,
sin el miedo al que dirán
por el barrio o por su casa;
y por las calles se ve pasear
gritando al mundo que está enamorá
de quién la arropa, de quien la cuida,
de quien la añora, de quién la mima
y le lleva flores del parque al portal.
Un amor que no entiende de edad,
un amor que para el tiempo,
un amor que sana heridas,
un amor tan verdadero,
que sólo nace en los abuelos
el día en que un hijo
el día en que un hijo te ofrece un nieto.
Jonathan Pérez Ginel
‘Los peliculeros’ 2023