Desde hace unos cuantos años
parece que está de moda
y que lo que mola
por carnavales, por carnavales
es apuntarse en un coro
que tenga un disfraz vistoso
y muy lujoso,
que es lo que vale, que es lo que vale;
salir en una carroza
o cantando en un teatro
tan solamente por presumir.
Esos son cuentistas que no,
que no me gustan a mí.
A mí me emociona
un tango cuando se entona
con corazón y con sentimiento,
cuando se interpreta
lo que te dice su letra
con toda el alma y con todo el cuerpo.
Sí, señor,
el tango lo llevo dentro
desde que mi mare me parió.
Me enseñaron su compás
las olitas de la mar
y los pescadores, ay, y los pescadores,
esos viejos del lugar
que no suelen traicionar
nuestras tradiciones, nuestras tradiciones.
No se puede confundir
una cancioncilla cursi
con un tango de verdad.
Duende, hay un duende
que lo tiene quien lo siente,
que huele a marisco y sal.
Duende, hay un duende,
algunos no lo comprenden
y sin sentirlo
buscan y buscan sin encontrarlo
y está en el barrio y está en el barrio
donde nació nuestro Carnaval.
Antonio Miranda y Antonio Martín
‘Los cuentistas’ – 1995