El verano ya se termina
y hasta el olor de las caballitas
se ha quedado como recuerdo,
los turistas se van marchando
y poco a poco se va queando
otra vez con su soledad.
El otoño ha llegao a Cai
y aunque siempre al caer la tarde
su alegría se le va
justo al llegar la noche
se siente triste también la vía
porque saben que van a dormirla
con una nana de carnaval.
Siempre suena por el balón,
por La Palma y el Corralón
nada más asomar la luna
como ninguna,
canción de cuna de un gaditano
que a su tierra va acurrucando
para que sueñe como mujer.
Así se embelesa
como princesa
sobre las olas
hago mis letrillas
sobre barquillas
y caracolas.
Y hasta se despierta
a primera hora de madrugada
para soltar una carcajada
con la gracia de algún cuplé.
Cinco meses se lleva Cai
escuchando nanas de carnavales
de septiembre al mes de febrero
como secretos para guardar.
Cinco meses del comparsista
de vuelta a casa tres ensayar
hasta los faroles
le dicen ole por las esquinas
y dan un guiño como propina
para que siga siempre cantando.
Cádiz es como un niño
que su cariño está reclamando
que aunque tenga ya tres mil años
siempre necesita al llegar la noche
escuchar un tango y un pasodoble
pa que se duerma y siga soñando.
Antonio Rivas y Julio Pardo
‘El coro’ – 199