Si hubiera otra mujer
que a mí me encrucijara
otra mujer que a mí
por siempre me tuviera
sería una mujer como la luna llena
para que la llevara por bandera
y que jamás le viera la otra cara.
Si hubiera otra mujer así la llamaría:
América latina de mi corazón,
y romperé, romperé a llorar
que en la pacífica y atlántica marea
de sus ojos vi
a la encarnación del segundo regazo,
dos océanos por brazos.
Y en su vientre, un continente
que allí se descuelga del mapa
igual que si fuera el corazón
sin latido de un hombre
que aparece y que luego se esconde
de verla tan guapa.
Y en los años que sufrí
haciendo Carnaval siempre de mi dudé
si le debí cantar a la misma mujer
o a América na más.
Porque tal como viví y luché y crecí
con el alma en la mano, ay,
siempre escuchaba la voz
de otro hijo de Dios latinoamericano.
Dentro de mi corazón
siempre oí latir el son
de un pueblo que era amigo y hermano.
Y aunque un inmenso charco separara
nuestra repartida solidaridad
la divina marea ya se encargaría de irla acercando.
Y mira tú de qué linda manera por el Uruguay
estoy en Cai cantando.
Juan Carlos Aragón
‘Araka la kana’ – 2007