Sí, pase usted señor banquero,
no por Dios usted primero,
¿y qué tal su mujer, todo va bien?
Sí, pase usted señor alcalde,
para usted todo de balde,
pues me tengo que ganar
sus influencias en la ciudad
si no de qué voy a trabajar.
Distinguida clientela de clase,
nobleza, poder, burguesía,
la que viene a mi sastrería
y que controla la ciudad,
pero también son los más falsos,
mafiosos que puedan imaginarse
y por qué hay que limitarse
a sonreírles y callar.
Será que si entra un ladrón
sale hecho un señor
si suelta la cartera,
será que sigo siendo un defensor
de las buenas maneras,
será que habrá que sacar la maldad
porque este mundo
ya no hay Dios quien lo entienda
o será que soy,
será que soy un prenda,
será que soy,
será que soy un prenda.
Y aquí en el Gran Teatro Falla
hay también cada canalla
que se cree que es Dios y no lo es,
y dicen carnaval del pueblo,
para el pueblo pero sin el pueblo
pues se tienen que admitir
los intereses que hasta el fin
persiguen los que mandan aquí.
Ilustrados periodistas,
autores, coristas,
mediocres políticos,
los intérpretes y ejecutantes
y cómo no, la televisión,
pero pa cuando un colectivo
que llena el concurso: la voz del pueblo,
si es aquí el único que paga
y que está por afición.
Será que aquí el más ladrón
sale hecho un señor
y llena la cartera,
será que sigo siendo un defendor
del arte y la cantera,
será que habrá que sacar la maldad
porque el cuncurso
ya no hay Dios quien lo entienda
o será que soy,
será que soy un prenda,
será que soy,
será que soy un prenda.
Francisco Javier Díaz Quintana
Los prendas, 2009