En un país había un pequeño reino
y en el reino había un castillo
en el castillo había una reina malvada
la menopausia la tenía trastornada.
Érase un reino de lo más normal y corriente
hasta la luz era de dos veinte
vivíamos todos felices y contentos
sin hacer nada pues vivíamos del cuento.
Y la reina a su espejo preguntaba
si del reino ella era la más guapa
hasta que un día el espejo se reveló
y mosqueado a la reina contestó:
“Mira, mi reina, no me lo preguntes más,
mira, mi reina, no me lo preguntes más,
que ya me tienes frito
y es que con esa cara
parece que te quedan, chochi
los zapatos chicos.”
“Oye, espejito, no me contestes así,
oye, espejito, no me contestes así”
“La mas bella es Blancanieves”
le replicó el espejo
“tú tienes más mala cara
que un cuarto baño sin azulejos”.
Al escuchar aquello la reina mosqueada
mandó que la mataran
la pobre Blancanieves de la reina malvada
huyó desconsolada.
En un gran bosque se adentró
y un conejito se encontró
ella lo acariciaba, cuartelillo le daba
porque a la media hora lo hizo con arroz.
Pocahontas,
que pasó en un vespino
al verla en el camino
le dijo: “te montas”
y al momento
la dejó en nuestra casa
y se fue pa su cuento.
Cuando llegó a nuestra casa
y la vio desordenada
ropa sucia y la vajilla sin fregar
se preparó, se remangó
se cogió un moño
se puso sus babuchitas
y se colgó su delantal.
Cogió la escoba, el cubito, la fregona
dos balletas y un plumero
para ponerse a limpiar
y le ayudaron las tortugas,
las ardillas, las mofetas,
los conejos y los pajarillos
y en un momento dejaron toda la casa
escamondá con “Mister Proper”
que ahora se llama “Don Limpio”.
Harta de currar
terminó “estrozá”
juntó to las camitas
y pegó un cabezazo
contra la almohá.
Cuando llegamos de la mina
estaba en el séptimo sueño
tan bella y tan bonita
pero roncaba pa to sus muertos.
A la hora de la cena
Blancanieves ya nos tiene preparaos
el puchero con su apio (con su apio)
con su puerro (con su puerro)
sus garbanzos, sus papitas y su pringá
por supuesto.
Nos lavamos las manitas
nos sentamos en la mesa
y luego arañamos el plato
con el “miajón” y la corteza
y de postre nos da un beso
y pa la cama nos vamos tós
con el gorro tieso.
Cuando dan las seis de la mañana
todos nos solemos levantar
nos tomamos un colacaito
y a la mina nos vamos a currar
(y a la mina nos vamos a currar)
tenemos las manos llena callos
porque nos jartamos de picar
y es que ya de tanto pico y pala
estamos todos hasta el mismo tralará
(hasta el carajo).
Trabajamos en la mina con tesón
arrancando del carbón
la esmeralda, el diamante y el rubí,
el oro, la plata y la “piera” de jachís.
Verá que sí que de la mina sacamos también
mármoles macael
el zabiro, la gema y el cuarzo
y el brillante y el topacio y piedra pómez pa los pies.
Y mientras en el reino todo era tranquilo
la reina en una bruja se convirtió
abajo en el sótano de su castillo
con una poción encantaba un membrillo.
Los animalitos fueron a avisarnos
de que algo terrible pronto iba a pasar
la bruja a nuestra casa había llegado
y a Blancanieves membrillo le ha dado.
Soltamos corriendo los picos y las palas
cogimos tos taxis y nos fuimos pa allá
y cuando por fin llegamos a nuestra casa
abrimos la puerta y vimos el panorama.
Tendida en el suelo estaba Blancanieves
y cuando la vimos empezamos a llorar
nuestra princesita duerme para siempre
ya no es Blancanieves es la Bella Durmiente.
La bruja era muy astuta
hija de la gran China.
Y mientras Blancanieves cayó en un profundo sueño
a nuestra casa se dirigía el príncipe azul corriendo
con to la cara una alcayata y un polvorón tremendo
pa bajarse del caballo tuvimos hasta que parar el cuento.
“¿Qué ha pasado?” preguntó desesperado
“y el carajote este, toavía no se ha enterao,
que la reina ha envenenao un membrillo chiquillo
Blancanieves ha hecho campota y la carajota se lo ha comido”.
Preguntó el príncipe azul
“¿Y ahora qué hacemos?, ¿tenéis sal de fruta Eno?”
“Eeee… no”
Fuimos a comprarlo a la farmacia de guardia
de la zalle Zorrilla
y no había sal de fruta, pero había unas cañaíllas.
Volvimos al poco rato con un poco de bicarbonato
para ver si reaccionaba y se pegaba un par de flatos.
Le pegó un par de cachetazos para ver si revivía
hasta que nosotros lo dijimos:
“Quillo, quillo, quillo quillo,
que ésto no es comisaría”.
Nosotros temíamos porque nos lo veíamos venir
esta gachí no se despertaba y se acababa el popurrí
“dale un besito picha, dale un besito
pa que se despierte y seáis felices,
que estoy loco por tu mare por meterle mano a las perdices”.
El príncipe la besó (muac)
y Blancanieves de despertó.
Ay, cuanto se arrepintió de darle aquel beso
desde entonces vive en un partidito
bregando con siete niños y hecho un peazo sieso.
En vez de comer perdices se jartó de comer lentejas
Moraleja: “si quieres las comes y si no las dejas”
si quieres las comes y si no las dejas
si quieres las comes y si no las dejas.
Pararpapapam parapaparapapam
Aquí se termina el cuento
nos tenemos que marchar
rogando que nos disculpen
si llegamos a molestar
las páginas de este libro
muy pronto se acabarán
porque estos siete enanitos
quieren ir a descansar.
Y con aiho, les digo adiós
se cierra el cuento
deseando abrirlo en otra ocasión.
El alérgico, el grúñón,
el feliz, el dormilón,
el mudo, el sabio,
el enamorao le dicen adiós.
se cierra el cuento
deseando abrirlo en otra ocasión.
Parararapapampararapapam
pararapapamparapapam.
Francisco Javier Márquez y David Márquez
‘Blancanieves y los siete enanitos’ – 1997