Le escuché decir
protestando a mi madre
por qué no le hacía
por los carnavales
una letra sencilla
y se la dedicara
que yo a todo cantaba
y jamás me acordaba
de mi viejita del alma.
Y aunque sea guasa
lo que dijera
si el río suena
es que agua lleva
y antes de verla
con esa pena
afilo el verso
a sangre y tierra.
Tú que me diste toas las horas del reloj
yo yo arrogante me olvidé de lo que hiciste
siempre en tus brazos fue creciendo mi canción
cómo no voy a escribirte
cómo no voy a escribirte.
Y asomada a tu ventana
ves como la vida viene y va
y en esa misma ventana
que de niño me llamabas
“Venga sube ya a almorzar”.
Y eres llama que se apaga
que aún conserva su calor
de los años que se fueron
de tenerme entre tu pecho
amamantándome de amor.
Fue tu oficio amar sin condiciones
y tu casa el taller de tus proezas
qué sabe nadie de toda las cargas
que llevaste a nuestra cuesta
y por eso y por ser mi creadora
aquí en esta noche mi verso te escribo
y presume mañana en el barrio
de la copla que te hizo tu niño.
Constantino Tovar Verdejo
‘El creador’ – 2016