Cuando el hombre
al mundo asomó
de momento
se perdió la paz
y la paz vagabundeó
buscando un rincón
digno de su reinar.
Desde entonces
en este, nuestro mundo,
no habemos ni uno
que logre alcalzarle
y la paz tan blanca toda ella
es una quimera
por culpa del hombre.
La sombra tenebrosa de la guerra
acecha por donde quiera que va
y ya ni tan siquiera las estrellas
las deja en paz.
Paz, queremos la paz
que ya va siendo hora
de que descanse
de su andadura
dura y errante
hay que pararla
y borrar para siempre
las ambiciones sobre las almas
y olvidarse por fin de las amenazas
de un Chernobyl.
Paz, queremos la paz
para que no tengan nuestros hijos
un mañana de odio y de escoria
para que los niños
tengan otra historia.
Diego Caraballo Blanco y Antonio Rico Segura
‘Caballos andaluces’ – 1987