La copla de Cai
es cosa sencilla,
esa copla que se canta
con el alma en la garganta
cuando llega el Carnaval.
Escrito no hay
en pautas ni rimas,
es algo que se improvisa
como un beso, una caricia
que a una novia se le da.
Nacer, nace sola
como aquella ola
que besa la playa y se pierde en el mar,
es igual que un sueño
que no tiene dueño.
Y aunque toma el primer soplo
de la pluma del letrista
va creciendo poco a poco
sin que na se le resista
al arrullo de los comparsistas.
Que de na vale una copla
si de boca en boca no va suspirando
resumida en su cuartilla
una florecilla se está marchitando.
Quién quiera hacerse su dueño
que la niegue al pueblo en su afán de autor
y la guarde de recuerdo
porque aquí, bueno es saberlo
“tos cristianos o tos moros”,
cabemos todos o no cabe ni Dios.
Antonio Martín García
‘A fuego vivo’ – 1987