Todo me sabe a ti,
buscando tu sabor,
algo que me decía
en cada plato
lleno de amor.
La voz aquel balcón
sonaba a cascabel
cuando gritabas el nombre
del que hoy es hombre
“sube a comer”.
Esta cuchara es por la abuela,
hazme el avión,
mamá no me pongas habichuelas,
ponme jamón.
Como una loba concentrada
dando alimento a tu camada,
tú que viste tan de cerca
en tu niñez,
esas puñalás del hambre
más de una vez,
no pusiste en entredicho
tu gran paciencia
con mis caprichos.
Cuando rebañaba tu obra
te sobraban los comentarios
de todos los expertos culinarios.
Jamás nos faltó nunca un plato,
jamás nos faltaba un puchero,
aunque no había lujos en el ropero.
Tú transformabas con salero
el sueldo de aquel hombre obrero
en cosas que nunca se olvidan.
No se han perdío
los besos que no te di,
todos los guardo
en la tripa que tengo aquí
que se la debo a tu amor infinito.
Si voy a verte
chiquilla perdóname
que te rebusque
por los taperguares,
que no hay chef mas exquisito
que las manos de mi mare.
Antonio Pedro Serrano y Constantino Tovar Verdejo
‘Los Juan Palómez, yo te lo guiso y tú me lo comes’ – 2007