Ven conmigo, compare,
que esta noche yo te invito.
Ven, compare, y tomemos
una copita en La Cueva.
Dicen que, de La Isla,
ha llegado un gitanito
dueño de to los duendes
y rubio como candela.
Dicen que en su garganta
se fundieron son y luna;
de oro son sus tarantas,
de oro su soleá,
de oro será la llave
que en el mundo proclame
que ese niño se tutea
con los dioses del compás.
Ay, llave,
llavecita de oro,
la que abre las puertas,
la que encierra los tesoros.
Ay, llave,
llavecita de odio,
que se clava en el alma
como se clava el asta de un toro.
Ay, llave,
muerto le dan la llave
que en vida se le negó.
Fue la leyenda de un tiempo
que dejó huella en sus venas,
burla de muchos flamencos,
blanco de toas las condenas
de los que ahora presumen
de sentir admiración.
Pueden pedir galardones
o escupir en su memoria
pero no borrarán la gloria
del genio de Camarón.
Rafael Pastrana, José Ramón Zamora y Francisco José Rosado
‘De Cai, Cai’ – 2001