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Si aquel célebre Julio Romero
el pintor de las musas gitanas
viera hoy cómo está su modelo
de seguro de pena lloraba
en Madrid vendiendo caramelos
toda llena de arrugas su cara.
Ya no queda de su negro pelo
más que una cabeza plateada.
La morena cordobesa
que cuajó con su paleta
ilustra con su majeza
y adorna con su belleza
billetes de cien pesetas.
Es triste la paradoja
de la vida y sus reveses
la modelo está muy sola
sumergida en su congoja
lamentándose de verse
marchitada su belleza
y viviendo en la pobreza
estando en tantos billetes.
Francisco Alba Medina
‘Los beduinos’ – 1966