Dios mío que me estoy secando
siendo una rosa de abril.
¿De qué me sirven mis encantos
si no vive nadie en mí?
¿Qué le pasa a esta semilla
que no quiere germinar?
Qué dolor del jardinero
que me riega y es pa na.
Llevo mil años esperando
que aparezca San Gabriel.
Sí que es curioso nacer hembra
y no ser una mujer.
La cigüeña se olvidó
de la carta que escribí
y es que debe de tardar
cuando viene de París.
Ay, ay, ay de mis pechos mana el aire,
soy un vientre malherido,
yo me busco en mis adentros
y no me encuentro ni un suspiro.
Ay, ay, ay si hasta escrito está en La Biblia
“Creced y multiplicaos”
esa hoja de m vida, ¿Dónde está?,
¿se habrá extraviao?.
Ay, yo las veo pasear
y me quiero hasta morir.
El dolor de las demás
lo quisiera para mí.
Dicen que me he vuelto loca,
que no soy la misma
desde hace algún tiempo.
Dios del cielo, ayúdame,
¿por qué esta cruz?,
¿dime por qué?,
¿dime por qué?, ¿por qué?,
¿por qué mis hijos se los lleva el viento?.
Antonio Martínez Ares
‘Los templarios’ – 1999