En el año 1993 Joaquín Quiñones se inspiró en la comedia italiana para recatar uno de sus personajes típicos: el Polichinela. En ese año y junto con la música de Pepe Martínez y la dirección de Fali Mosquera, la comparsa ‘Pulchinela’ no estuvo en la gran final, aunque todavía hoy se recuerda su célebre pasodoble al burro.
Al año siguiente vuelve a la final y se lleva un cuarto premio recordando a los ninots de las fallas valencianas en un nombre muy carnavalesco ‘Noches de Falla’, jugando con la ambigüedad de la palabra “falla”, o las fiestas de Valencia o el teatro gaditano. En esta comparsa destacó sobremanera la presentación que, a día de hoy, a veces el grupo que dirige Fali Mosquera sigue cantando en sus actuaciones.
En 1995 volvió a tocar lo más alto de la clasificación mirando hacia América y no a su carnaval, sino a la música y la cultura típica de la costa septentrional del Río de la Plata. ‘Los Charrúas’ llevó consigo un cambio en la comparsa, ya que incorporaban instrumentos propios de la cultura del país que eran tocados por los componentes, especialmente en presentación y estribillo. A partir de aquí, en otras agrupaciones, la comparsa de Quiñones no solo se dedicó a cantar a las mil maravillas, sino que también interpretaron bastantes instrumentos diversos.
Aunque podríamos destacar muchas partes del repertorio, nos vamos a quedar con la pieza que más se ha quedado y que a Quiñones le ha dado la fama de autor “triste”, estamos hablando del pasodoble del bombero, letra que en principio no era de las más fuertes a juicio de la comparsa pero que acabó siendo un pelotazo. La muerte de un bombero en la capital gaditana saltó al pasodoble y de ahí a la historia del carnaval cantado.
Lucía un sol primaveral
y la mañana se vistió de luto.
La multitud se agolpaba
queriendo ver una función
como si de un circo se tratara,
mangueras enrolladas,
luces, sirenas, válgame dios.
Y en un balcón
colgá una escala, como trapecio
provocándole a los vientos
el salto mortal
Sin preveer que pa montar una pantomima
si en el juego va la vida
por lo menos ponerle red.
Y en el vacío se hizo el silencio
Ay, que no puedo, puedo, no puedo más
y a dos peldaños de unos aplausos
todo quedo en un llanto en menos de na.
Su cuerpo tendío en la acera,
los compañeros, rotos de dolor,
no daban fe ¡Dios mío que mala suerte!
el simulacro había salío tan bien,
tan bien hasta en la muerte.
Quién sabe si al imprudente
al que se le ocurrió
jugar con fuego donde nada ardió
desde entonces no duerme.
Si allí ya estuviste tantas veces
en las mismas puertas del infierno
que Dios no te quiso agarrar
cuando te vio trepar cansao al sueño eterno
subiendo, subiendo la escalera del cielo.
En 1996 Quiñones volvió a sufrir otro gran cajonazo, ya que su comparsa ‘Legado andalusí’ se quedó fuera de una gran final donde estaban en prácticamente todas las quinielas. Quizá fue este cajonazo el que hizo que el autor cogiera fuerzas para conseguir tres finales consecutivas.
En el año 1997 Joaquín Quiñones hace doblete y saca un coro y una comparsa. El coro se llamó ‘Los cromos’ y la autoría era de José Antonio Flores y el propio Joaquín. No parece que tuviera mucho éxito, ya que no pasó de la fase preliminar.
En comparsas sí corrió más suerte y ‘Dando leña’ sí que estuvo en la final. De nuevo un cuarto premio para esta comparsa que, una vez más, volvió a demostrar una capacidad musical fuera de lo normal incorporando instrumentos como el banjo o marcar el compás con las hachas.
Al año siguiente volvió a sacar coro y comparsa. El coro fue ‘Los chicharreros’ y tenía la autoría en letrade Joaquín Quiñones y Juan Manuel Braza (El Sheriff) y en música de José Antonio Flores y Francisco J. Álvarez. Este coro volvió a quedarse en preliminar y Quiñones jamás volvió a escribir para esta modalidad.
En comparsas vuelve a quedar en cuarta posición con un tipo más gaditano ‘El baratillo’. En esta comparsa destacó un pasodoble dedicado a un niño síndrome de down. Esta letra se sigue cantando hoy día por varios grupos de antología y sigue siendo una de las letras más bellas que compuso Quiñones.
Llegó por equivocación
quería morirme
a mi edad embarazada.
Tiene el síndrome de down
lo siento señora, lo siento en el alma.
Se me vino el mundo encima
y ahora es la alegría,
la alegría de mi casa.
Lo he visto crecer
entre sus sabanitas blancas,
lo he visto gatear tantas mañanas,
lo he dejao soñar
amamantándose en mis pechos
y que revoleara su sonajero.
Me encanta poderlo esperar
en la puerta de su colegio
y en su mundo de garabatos
me enseñe el cuaderno.
Y llevármelo a jugar
a los toboganes del parque
y de chocolate se manche los deos.
Sentarlo conmigo en la falda
y acariciarle su pelo,
mirarlo embobá a la cara
y acurrucarlo durmiendo.
Te juro corazón
piel de canela y terciopelo
con tus ojitos rajaos
¡que te quiero! ¡que te quiero!
hijo de un dios menor
dicen la gente pa el no eres diferente
porque sólo hay un cielo.
Yo la única pena que tengo
es que el día que por desgracia
te faltara a tí tu madre
que te veas en este mundo
olvidao, y no te quiera nadie.