Cada vez que digo que yo soy creyente
aparece algún valiente que me juzga
con la voz cobarde del intransigente
que surge siempre de la censura.
Esos que presumen ser inteligentes
y van buscando su razón en la incultura
porque no entienden que la fe me haga más fuerte,
que simplemente es un invento de los curas,
que surge nada más,
que surge por el miedo hacia la muerte.
Y a quién se ofende si le doy gracias a Dios,
y a quién se ofrende si le pido protección,
quién más me da, quién me comprende
si el creer me hace más fuerte
y me hace ser mejor persona,
si a Dios lo encuentro solamente en el amor
y no en las manos indecentes
que se justifican si le adoran
ni en las manos pederastas
ni de aquellos que mataran
ni juraran en su nombre,
Dios está en las manos del que ayuda,
del que no pregunta nunca
y que perdona los errores.
Ese es el Dios que me llena,
ese es el Dios que ilumina
y si en el mismo día que me muera
compruebo de verdad que no existiera,
la misma fe que muchos tirarían
si me hizo ser feliz toda mi vida
ya me ha valido la pena,
ya me ha valido la pena.
Luis Manuel Rivero Ramos
Los defensores de Luis – 2011