Cuando el cáncer ya no es un tabú y muere una persona
se desmorona una playa sin luz, sin ver amanecer
y pronto estalla un injusto y cruel desfile de palabras
que acaba en “ha perdido la batalla” clavado en la sien.
Como una guerra donde el caído yace en guerra como perdedor
con el sabor amargo pese a ser valiente
y con la sensación que no ha luchado lo suficiente.
Es la frustración de estar peleando con su cuerpo,
intentando conquistar su propia enfermedad,
como si de él dependiera el control del destino final.
Cuando se apaguen sus impacientes ojos cansados
no lo recuerden como un derrotado fulminado en paz,
recordaría la huella que ha dejado como legado de su alegría.
No libra una batalla quien no dieron a elegir,
con su barca varada en sobrevivir
mas que esto no se acaba,
que no es una partida,
que la llama resistir encendida
y que suene otra campana en señal de alabanza
para sembrar de esperanza
a quien se agarra a la vida.
Germán García Rendón
‘Los conquistadores’, 2022