Una Biblia me dejaron, Dios mío,
los mormones que a mi patio,
corbatita y manga corta,
una mañana llegaron, Dios mío,
y en las hojas de aquel libro
yo leí que fue Dios mismo el de la obra.
De este mundo y estos mares su divino creador
y pensando en la Caleta le di al libro la razón.
Que al mundo tenía creado
cuando algo en falta echó Dios
y dijo: “Se me ha olvidado
la Caleta, gaditanos,
el más bonito rincón”
y a rematar la faena
con su paleta se puso el pintor.
Y pinto to los azules
y verdes de las mareas
y pintó rojas las nubes
y la espuma que blanquea
la quilla de mi barquita.
Pintó el marrón de las pieras,
de plata las mojarritas.
Ay, Caleta gaditana,
y el mundo así remató
pintá con la luna clara,
pintá en las puestas de sol
y al fin su obra completa
se echó a la siesta
y la Caleta soñó.
Antonio Martín García
‘Patiovecino’ – 1998