“Será un recuerdo imborrable. Mi compromiso se centrará en configurar un espectáculo que, en sí mismo, tenga calidad y agrade al personal, un pregón a la altura de lo hecho hasta ahora”
El cantante, guitarrista y compositor Javier Ruibal, que a sus 53 años atesora un indiscutible prestigio en el entramado musical, granjeado desde 1978 a través de una prolífica y exquisita trayectoria, ya fue pregonero del Carnaval portuense, y también participó en el espectáculo de Pasión Vega que prologó dos años atrás la fiesta gaditana, “pero una cosa es ir de tapadillo”, bromea, “y otra muy distinta salir (plaza de San Antonio) a pecho descubierto”.
Muy aficionado a todas las cosas de Cádiz, y amante del Carnaval en todas sus facetas, Ruibal recorre cada año las calles de La Viña y alrededores para paladear la fiesta en primera persona. Disfruta una enormidad de la frescura y calidad de las chirigotas callejeras, no en vano se distingue por su amistad con Los Fantasmas, pero también valora el concurso del Falla. “Con los años, ir al teatro Falla y escuchar a las agrupaciones, sin amplificaciones y con total naturalidad, me produce infinitas emociones, muchas y muy diferentes. El Falla también posee su encanto. Yo no soy partidario de los concursos, pero el certamen del Falla es mucho más que eso, es una exhibición del arte de Cádiz”. Arte que impregna numerosos pasajes de la obra de Ruibal, basta citar canciones como “La Reina de África” o “Toíto Cádiz lo traigo andao”, que contienen guiños a la Tacita de Plata y el espíritu de la tierra condensado en ritmos hermanos y luces de alta mar. La música de Ruibal encaja en Cádiz (y su departamento) a la perfección (“me siento muy de aquí”), por su luminosidad y la apertura de miras, la multiculturalidad, como se dice ahora, que precisamente se asoma al mundo.
“Será un placer”, reiteraba algo azorado el artista. “Será un recuerdo imborrable, un acontecimiento único. Vamos a ver cómo sale la cosa”, aputaba con su habitual humildad. “Mi compromiso, a partir de ahora, se centrará en configurar un espectáculo que, en sí mismo, tenga calidad y agrade al personal, un pregón que se sitúe a la altura de lo hecho hasta ahora”. Su teléfono celular echaba chispas, literalmente, desde que el Ayuntamiento dio a conocer la buena nueva y Ruibal rimaba con más veras con Carnaval, que, ya se sabe, carece de rival.
Más gaditano que el mismísimo Moret, tocado ya por la varita mágica del febrero por venir, Ruibal compatibilizará tal responsabilidad, que en Cádiz se antoja más importante que un discurso ante la ONU, con la composición de nuevos temas y la preparación de un álbum en directo con tintes clásicos.
Con siete discos a sus espaldas, desde el descatalogado “Duna” hasta el celebrado “Lo que me dice tu boca”, pasando por “Pensión Triana” y “Contrabando”, Ruibal puede presumir de disponer de una carrera intachable, peculiar e independiente, plagada de obras sobresalientes y pasitos bien dados, “sordo a los cantos de sirenas industriales”, como escribió Felipe Benítez Reyes.
Ruibal hace música con todas las músicas, porque la patria de los músicos es el universo mismo”. Eco sefardí y magrebí, influencias de rock y jazz, folklore hispanoamericano, flamenco, blues … Ruibal toca todos los palos en su particular mundo creativo. Medalla de Andalucía, embajador cultural de este país por medio mundo, heredero de la generación del 27, compositor de temas para Ana Belén, Martirio o Pasión Vega, amigo íntimo del gran Sabina, que le abrió algunas puertas en los ochenta, y de los poetas que veranean en Rota, el artista portuense se atrevió con los ritmos puramente chirigoteros en la banda sonora de la película del gaditano Pablo Carbonell “Atún y chocolate”, esos “atunes en el paraíso” que han dado la vuelta al planeta Cádiz. Ruibal es capaz dea ponerle poesía a Erik Satie, de llenalas bodegas del Vaporcito de El Puerto o saborear la gloria de Manhattan. Sones de ultramar para varias generaciones de sibaritas. Ruibal, capaz de convertir lo sencillo en obra de arte, cualidad por cierto muy carnavalera, siempre se ha mostrado orgulloso de que los autores del Carnaval gaditano seleccionasen sus músicas para confeccionar sus popurrís. Antonio Martínez Ares, el pregonero de la última edición, fue el primero en hacerlo, cuando sus Calabazas entonaron el canto a la Tierra de Ruibal.
Para colmo, el hijo de Javier, de su mismo nombre, toca la percusión desde muy pequeño (ahora integrado en el grupo de su padre) y su hija Lucía baila de categoría, hace poco actuó en la sala Pay Pay de la calle Silencio.