Me vive arriba una gordita por derecho
que aunque la quiero nunca paro de pensar
que un día no me aguante más el techo,
me coja a mí debajo y no me pueda menear.
Exagerao pueden llamarme
pero una falda que usó
a una hermandad la donó
y salieron túnicas pa’stó.
No es que yo tenga nada contra los gorditos
pero yo he visto a esa comerse
un bocadillo de Phoskitos,
le dije “te vi a llevar una tarde a cabalgar
pero mi caballo el pobre si la ve se echa a temblar”.
Y las cosas de la vida
por la calle no la dejan
con miradas que se clavan
con bromitas que acomplejas
sí, vaya un mundo cruel.
Y al espejo, espejito, espejito
por más que pidas a gritos
no gozas de su amistad,
no serás nunca pa él
de su reino lo más bonito.
Son los Zara, son los Mago son los Bershka
los que hacen con sus tallitas
que diferente te sientas.
Es una niña que vive obsesioná
su enfermedad tan solo le permite ver
en que está gorda y así nadie la querrá,
sigue su dieta de comer y devolver.
Es un suspiro de esqueleto en movimiento,
un alma en pena encerrá en su lamento
a la que nunca le ha dicho nadie a sus oídos
que lo bello va por dentro.
Enrique García Rosado
‘Los que se ponen encima’ – 2005