Aquí de tangos se han dicho
demasiadas tonterías:
que si es el santo y seña,
que si es el ritmo más señorial,
que si huele a balneario
con la marea vacía,
que si es un Cádiz castizo
y cascabelero y no sé qué más.
Po en Cádiz el tango
no es de la aristocracia,
ni es patrimonio de tanta gente rancia,
ni es arte noble ni es tan ilustre
pues lo parieron
con un martillo y un palaustre.
Y es que el tango no es su majestad
porque se ha modelado al compás
del viejo latido republicano
y si ha nacido en algún lugar
es en el cante y la dignidad
del pueblo más hondo y más libertario.
Un tango cantado
por gente que nunca
el solfeo lo necesitó
nacido del barro
y del son del esclavo
que en Cádiz en su olla mezcló.
Que mi tango no es de sangre azul
que lo riega el sudor más común
que tiene la gente, tiene la calle,
tango gigante, tango pequeño,
tango valiente, tango de fuego,
tango sin dueño, gente infinita
dulce y amargo, tango del pueblo
pueblo de Cádiz, gloria bendita.
Miguel Ángel García Argüez y Antonio Procopio Baizán
‘Gloria bendita’ – 2020