De un quinto piso
llama una joven,
seguramente para hacerle una ampliación,
subí deprisa y metió en un reservao
y de una racha me tiró sobre un sillón.
Ella me dijo:
“quiero maestro
que mis hechuras salgan bien en el cliché,
pero esta parte
que está tan negra
me la retoque con el pincel”.
Y al comprobar la forma
me costó mucho trabajo,
yo como soy nervioso
se me vació hasta el cacharro.
Después de tanta lata
también quiso una rebaja
y luego para cobrarle
tuvo que hacerme una firma.
Juan García Muñoz
‘Los fotógrafos ambulantes’ – 1950