Con una muñeca debajo del brazo,
y dos lagrimitas por esas mejillas,
después de los besos y de los abrazos,
por la pasarela subieron sus pasos,
al barquito que se lleva de mi vera a mí chiquilla.
De vuelta a su tierra, su casa y su gente,
del país donde ha nacido,
tres meses vivió conmigo
y ahora yo le digo adiós.
De vuelta con su pobreza,
mi pequeña de acogida,
con lo duro de esta vida,
la mare que la parió..
Y aquí me encuentro maldiciendo su desdicha,
y bendiciendo su pequeño corazón,
mirando al barco que se la llevó deprisa,
arrancando mi sonrisa,
desde dentro, dentro de su habitación..
Maldita sea quien me dijo
que los hombres nunca lloran,
y aquí me tienes llorando ahora..
su desilusión.
El barco en la lejanía
se despide con el tiempo
y yo en el muelle presiento
que no volverá en la vía.
Pero de golpe y porrazo
la sonrisa me aparece
porque el sueño de tres meses,
mi cariño y mis abrazos,
se los llevó en su muñeca,
debajito de…
debajito de su brazo.
José Luis Bustelo Sánchez
‘Los regaera’ – 2004