Cierto día en el cementerio
unos doscientos nichos
se derrumbaron de sopetón
por mor de una ventolera
que soplaba tan fuerte
que aquello era como un ciclón.
Fueron todos los curiosos
y vieron con asombro
lo que en el sitio aquel ocurrió.
Joé, qué largo es esto, ojú…
Pero dijo un policía:
“Que nadie se asuste
por lo sucedido
porque hemos comprobao
que no ha habío ningún herido”.
ESTRIBILLO:
Cuando veo una pala
por mi mare me entran sudores
y yo prefiero sudar
con un buen plato de coliflores…
Sopla, sopla, que quema.
Porque no tengo currelo
y mi madre la pobre
tiene muy cortita la pensión
para comprarnos la ropa
este lunes al piojito
fuimos los cuatro de un tirón.
Cuando se acabó el dinero
este pobre angelito
tuvo un antojo, vaya por Dios.
Joé, qué largo es esto, ojú…
Mare, quiero una guitarra
y por darle gusto a la criatura
como no tenía un duro
ella empeñó hasta le dentadura.
ESTRIBILLO:
Cuando veo una pala
por mi mare me entran sudores
y yo prefiero sudar
con un buen plato de coliflores…
Sopla, sopla, que quema.
Antonio Villanego Jiménez y Miguel Pérez Calvente
‘No me chilles que me canso’ – 1994