Sin dormir de tantos nervios
me pasé toda la noche
dese prisa peluquera
que impaciente tengo el coche.
¿Cómo llevo la corbata?
Va derecha, no me riñas,
que hoy no se casa cualquiera
que la que se casa es mi niña.
Coge el brazo de papá
con tu sonrisa de oreja a oreja,
qué orgulloso estoy de ti
vamos en busca de tu pareja.
Te pareces a mamá
vestida de blanco
así bajando por la escalera.
Que nos vea el barrio,
olvida el coche,
que hablen las lenguas,
que hablen las ventanas,
las casapuertas,
rajen y murmuren las aceras,
“mira se casa la tortillera”.
Pobres corazones contaminaos
tan pobres de amor libre y verdadero
mientras mis oídos
sueñan con oír “Sí quiero”.
Ve, mi niña, ve con ella,
encadénate a su mano
mientras me río
de todos ellos y del Vaticano.
Enrique García Rosado
‘Los encaidenaos’ – 2020