Un niño chico no tiene cuna
pero su padre le va a hacer una,
dice una nana.
Y él se dormía soñando en penumbras
que bajaría un día la luna
para pintarla.
Él no tenia conciencia ni culpa ninguna
que una mano sin vergüenza meciera en su cuna.
Y aquellas fotos que su padre hacía
no eran pal álbum de la familia
ni pacolgarlas.
Cómo se puede gozar
mirando fotos en Internet
con unos niños de esas edad,
sin que tú sientas nada
por el cuerpo.
Maldito el día que rompiste el llanto.
Cómo se puede gozar
con el desnudo de ese cuerpo angelical
si lo más puro de esta vida es abrazar
tos sus encantos.
Con lo bonito es que un padre lleve en su cartera
la foto de aquella tarde los dos en la alameda.
La obligación de ser padre es retar al que sea,
que la sangre de su sangre
no la deshonre cualquiera.
Y si la ley no es valiente con esta condena
que Dios perdone al cobarde
se muera de pena, se muera de pena.
Joaquín Quiñones Madera
“La pensadora gaditana” 2009
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