Nunca olvido cómo fue
aquella primera vez
con mi novia en La Caleta,
aunque no veas tú pa dar
entre tanta oscuridad
con el faro y la coñeta.
Llevados por la emoción
abrazados en la orilla
ay, qué sensación más buena.
Pero mejor me sentí
cuando me pude limpiar
to el culo lleno de arena.
Recuerdo que cuando acabé
casi no podía andar
con las piernas engarrotás
y la espalda to doblá.
Pero eso a mí me daba igual
yo lo repito sin pensar
yo lo repito sin pensar
cuando me dejan.
La pasión se desbordaba
y esa noche avergonzada
la luna se dio la vuelta,
las estrellas envidiosas
al ver que nuestras miradas
tenían más brillo que ellas.
El Lorenzo iba saliendo
observando tras las nubes
nuestros besos en la arena.
Desde entonces voy contando
con suspiros los momentos
que pasan cuando acabamos
y comenzamos de nuevo.
Pues no hay religión más grande
ni magia en el universo
ni un te quiero más divino
que dos cuerpos que se quieren
haciendo el amor se entreguen
como tú lo haces conmigo.
Manuel Enrique García Rosado y David Cornejo Prada
‘Los Georgie Dann de Santa María del Mar’ – 2014