Sobre la cama
que cobijaba
tantos delitos,
mientras roncaba
oliendo a vino,
probé la sangre
de aquel canalla
que ustedes llaman
maltratador.
Y te aseguro que nunca probé
una sangre tan amarga
una sangre tan fría,
una sangre tan mala,
que fue envenenándome hasta el corazón.
Y sentí por unos instantes,
lo que sienten esos cobardes
que creí que tenía derecho hasta pa pegarle,
para pegarle.
Y sentí por unos instantes,
cómo me quemaba la sangre
convirtiéndome en un cabrón.
Y la mano que acarició
a la hembra que tanto amó
se cerró con violencia.
Sentí que perdi la verguenza,
sentí celos, rabia y rencor,
y gracias a Dios que el efecto
duró poco tiempo,
lo justo pa que supiera
que el hombre sólo es el bicho,
el único bicho
que le pega a su compañera.
Juan Manuel Braza Benítez
‘El escuadrón de los jartibles’ – 2010