Era sólo un niño, una golondrina,
nueve primaveras recién estrenadas.
Era sólo un niño y pasó por la vida
igual que una estrella
que fugaz su plata derrama.
Jamás tuvo pandilla
aunque sí profesores,
ni corrió las esquinas
por saber las lecciones.
Nunca conoció la palabra jugar
que según sus padres
el ser responsable
lo haría dichoso.
Ni una sola noche lo que era soñar,
pendiente al examen
no le contó nadie
el cuento de Pinocho.
A estudiar
y no traigas a casa
ni un solo suspenso.
A estudiar
para cubrir las plazas
de los hombres de gran provecho.
Y una tarde de abril
el vuelo remontó
y en el último adiós
aquella golondrina
que no volvió a su nido,
que en una rutina
alguien de por vida
le había suspendío.
Ahora que puedes ver
que te hicieron creer
tantísimas mentiras,
a tus malditos tutores
mándales copiar mil veces de millones:
“No debo nunca quitar a un niño,
quitar a un niño la vía”.
Antonio Martín García
‘Tras la máscara’ – 1989