El colectivo ha conseguido su primitivo reto: que Cádiz tenga un Centro de Documentación sobre la fiesta
El 23 de abril de 1994, alrededor de una mesa en el Café Correo, un bar que ya no existe y que se localizaba en la calle Cardenal Zapata, se firmó el acta fundacional del Aula de Cultura del Carnaval de Cádiz. La imposibilidad de crearla dentro de la Asociación de Autores, de la que entonces era presidente, llevó a Eugenio Mariscal a aglutinar fuera de la misma a todas las personas y entidades interesadas en preservar el legado del Carnaval gaditano, en manos de coleccionistas privados y sin el mínimo interés de conservarlo “por parte del Ayuntamiento socialista”. La comisión gestora que elaboraría los estatutos estuvo presidida por el recordado Pepe López Prats, siendo José María Jurado el primer presidente del Aula. El objetivo principal era la creación de un Centro de Documentación que ha tenido que esperar veinte años para ver la luz en la calle Venezuela, gracias a la cesión de las instalaciones por parte del Consistorio actual. En el vigésimo aniversario de la fundación del Aula, sus tres presidentes cuentan sus impresiones de ayer y de hoy: José María Jurado (1994-2002), Eugenio Mariscal (2002-2009) y Antonio Montiel (2009-).
Recuerda Jurado que la primera persona que planteó la necesidad de recopilar el material de la fiesta fue el archivero municipal Javier Ferández Reina en el Seminario del Carnaval celebrado en 1983. La Cátedra Adolfo de Castro “también tocó el tema”, pero hasta 1994 nada se materializó. “La idea era compartir, no quitarle nada a nadie. Que los contenidos, principalmente las letras, estuvieran en el Aula, aunque los coleccionistas se quedaran con sus libretos originales”, apunta Mariscal. “El material estaba muy disperso y no había donde consultar fotos, letras, audiciones….”, comenta Jurado.
En sus 20 años de historia, el Aula tomó prestadas las instalaciones de Salesianos o la peña Los Dedócratas para sus reuniones mientras esperaba en vano que el Ayuntamiento, ya en manos del PP, cumpliera su promesa de facilitarle un local. Después de unos años compartiendo espacio con la peña El Quini, el Aula se quedó sin sede hasta que finalmente Teófila Martínez accedió a la antigua petición y le concedió las actuales instalaciones en el Centro Cultural de La Viña. La cesión comporta, según se refleja en el contrato, la obligación de estar a disposición de los ciudadanos hasta su definitiva ubicación en el Museo del Carnaval. “Porque esto no es una peña”, aclara Jurado.
Veinte años después el Centro es una realidad. El próximo reto es crear la gran base de datos del Carnaval. De momento, el Aula abandera los trámites para que la fiesta gaditana se convierta en Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.
Diario de Cádiz