Romero como un dios

por El Marqués

Los iconos ‘romeristas’ exornaban el féretro del coplero: la bandera de Andalucía y una foto del Nazareno. Al lado, un caballete con la caracola

El relicario carmesí del pasodoble que Martínez Ares le dedicó en ‘Dorremifasoleando’. Eso parecía ayer la estampa que podía verse detrás del cristal de la sala del Tanatorio de Servisa donde se exponía el féretro con el cuerpo sin vida de Pedro Romero. Sobre la reluciente madera, la bandera andaluza y una foto del Nazareno. Junto al ataúd, un caballete con una foto del coplero y una caracola. Todos los iconos romeristas en una composición donde las coronas de flores venían a demostrar el cariño que esta ciudad profesaba a uno de sus más carismáticos hijos. En las cintas de raso podían leerse frases de despedida del Ayuntamiento, la asociación de vecinos de Cortadura (barrio que le acogió en sus últimos años), la Asociación de Autores del Carnaval, su peña Nuestra Andalucía y la comparsa de Los Majaras, a la que puso letra en 1984 con ‘Israel’. Un altar para el poeta de Santa María. Ya lo decía ese pasodoble de su vecino: “Romero como un dios, que huele a pasodoble y a pasión”.

Los corrillos de los carnavaleros recordaban sus grandes letras poco antes del responso. Antonio Caramé ‘El Piojo’, ‘El Pellejo’, Luis Ripoll y Rafael Villa, iban añadiendo, a porfía, detalles, versos, poemas de Pedro Romero. Al Greñúo, a la Torre Tavira, a los cargadores gaditanos, a las cigarreras… a Cádiz en su plenitud. Muy cerca, Antonio Martín, rival y amigo, con miembros de su comparsa; y el Purri con Pepe Silva, que defendieron las grandes letras de Romero, evocaban a otros compañeros que también dejaron este mundo. A Carlos Brihuega, por ejemplo, que todos los años antes del Concurso intentaba meter el miedo en el cuerpo a sus compañeros de comparsa hablando, por rumores oídos en los mentideros, de lo bien que estaban los contrincantes. Su hijo Carli, presente en la improvisada tertulia, asentía.

Pedro no pudo despedirse del que decía que era su vecino, el Nazareno, al que confesaba sus problemas a pesar de ser una persona “anticlerical”, como apuntaba Joaquín Quiñones en una charla entre amigos y allegados del poeta. Las normas eclesiásticas impidieron que el funeral se celebrara ayer en la iglesia de Santa María. “Dicen que ha sido por no sentar un precedente, pero estamos hablando de Pedro Romero, que es quien más y mejor le ha cantado al Greñúo”, se lamentaba un comparsista. Otro, más atrevido, aseguraba que las puertas de Santa María se hubieran abierto de haber sido Romero un hombre pudiente. No obstante, familiares del coplero anunciaban que el clero ha accedido a celebrar una misa por su alma el Viernes de Dolores a las ocho de la tarde ante el regidor moreno, al que tuvo presente hasta poco antes de morir. “Frente a su cama en la clínica tenía una foto del Nazareno al que señalaba con el dedo cuando ya no tenía fuerzas para hablar”, decía su hermana Carmen.

Precisamente a la clínica Vitalia, en San Fernando, se referían las hermanas del autor carnavalesco, Carmen y Rita, para mostrar su agradecimiento. “Se han portado muy bien con Pedro, con gran humanidad y cariño. Son enviados de Dios aquí en la tierra”. Destacaron el apoyo del Ayuntamiento, principalmente de las delegaciones del Mayor y Bienestar Social. “La alcaldesa ha estado muy pendiente y Carmen Sánchez, de Bienestar Social, se ha volcado”, apuntaba Carmen Romero. Poco después llegaba Teófila acompañada de varios concejales de su partido. La familia de Pedro Romero citaba también a las asociaciones de vecinos de los barrios de Santa María y Cortadura (barrio natal, barrio adoptivo), los colectivos carnavalescos, la peña Nuestra Andalucía y la cofradía del Nazareno. “Hemos notado el cariño de todo Cádiz, no sólo del mundo del Carnaval, hacia nuestro tío”, decían sus sobrinas Gema y María del Carmen.

El féretro obligaba a recordar el estribillo de una de sus comparsas: “El día que yo me muera, me gustaría simplemente, que al verme pasar dijeran: ahí va fulano, qué güena gente…”. Y así fue. La despedida final (la física, la espiritual nunca se producirá) será en la playa de Los Corrales, la de su barrio. Allí se esparcirán, en fecha por determinar, las cenizas de Pedro Romero. Hágase su voluntad.

José Manuel Sánchez Reyes, Diario de Cádiz

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