Tavira sube a la torre
pa ver los barcos, pa ver los barcos,
fragatas y galeones
goletas de contrabando.
Tavira despierta y corre
que están entrando, que están entrando.
Barcos que vuelven desde el ayer
que a los ojos del vigía
se hicieron litografías
y ahora la bahía
recobra vida siglos después.
Con viento del norte
viene el galeón
del más sanguinario
de los corsarios
que Cádiz viera
rumbo al viejo barrio
trae los ducados que nos robó
y que almacenó en la misma Bruselas.
Del sur llega una galera
que trae la seda y las especias
del lejano oriente,
un barco viene de Cuba
mástil de caña, velas de azúcar
y de merengue.
Tavira por fin despierta
y la mar abierta
vuelve a su calma
que aquí los galeones
que reparten doblones
pueden ser barcos fantasmas.
Ya no se ve una galera
ahora se rema en pateras
de Cuba queda ni el cubanito
así es que Tavira
despierta y mira
el Vaporcito, el Vaporcito, el Vaporcito.
José Manuel Sánchez Reyes y Antonio Martín García
‘Al liquindoi’ – 1998