Cuando combate el levante
siempre le estamos riñendo:
“Mira qué viento malaje,
con lo bien que estaba el tiempo”
pero lo que nadie sabe
es que este viento caliente
se viene aquí muchas tardes
porque nos quiere, porque nos quiere.
Suele entrar
en la provincia gaditana allá por Tarifa
pa robar
la esencia de nuestros olores que le dan la vida
y ya en el Campo Gibraltar
se quea el aroma del mar
luengo en la Janda
este perfume se destila.
Ay, entre encinas y alcornoques
entra por la Sierra
con sabor a leña
pueblecitos blancos que decoran montes.
Ay, después marcha a la Campiña,
llega a las Bodegas
y de allí se lleva
la fragancia a vino que le dan las Viñas.
El río Guadalquivir le da el aroma a las Marismas
y por Sanlúcar toma el de la manzanilla
ya don Levante ve acabar su travesía.
Marcha por la Bahía impregnándose de mar,
de la playa y las salinas
y arrojando tus aromas a la marea, al mundo grita
que es gaditano y que aquí está su vida.
Constantino Tovar Verdejo
‘El cielo de Cádiz’ – 1998