Siete de la mañana
de otro día cualquiera
con el mono y las botas
dispuesto pa currar.
Un vistazo a los niños,
un beso a la parienta,
y en un breve desvelo
no me llegues tarde a la hora de almorzar.
Mientras que en el trabajo siempre se plantea
la dura sentencia de verse emigrar
piensa en su familia y esos tantos sueños
que hará realidad
pero sin más premisas
el cruel destino ya le desterraba
su punto y final
y con la tristeza de no despedirse
tuvo que marchar.
Quizás fue por un descuido
quizás no hubo más remedio
yo tan sólo se que esa faena
se cobró la vida de nuevo un obrero.
No se si tuvo contrato
ni medidas pa los riesgos
yo tan sólo se de aquella madre
que junto a sus niños
llora el sufrimiento.
Mi comparsa hoy canta para ellos
y por esos padres de familia
que retando al puto juego de la vida
llevan a su casa un plato de comida
aunque no regresen pa poder almorzar.
Jonathan Pérez Ginel
“La Escuela de Carnaval” 2008
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