Hace ya tiempo
que no me paso
por la Alameda,
por ese banco
que tan bien suena,
donde las coplas
nunca se ensayan,
salen del alma,
del corazón.
Donde las letras
no tienen autores
suenan diferente,
sobran directores,
son de la garganta,
son de los que cantan,
son de la afición.
Ay banquito de la Alameda,
cuantas noches con los colegas
se recita y una guitarra que se pasea,
que se pasea.
Ay banquito de la Alameda,
cuantas noches he pasao en vela
con la luna como farol.
¿Quién pretende callar tu voz,
quién te acusa de botellón
si tus coplas no ensucian?
Y atrás la Señora del Carmen
disfruta escuchando tu voz.
Ay banquito de la Alameda,
bendito jurado
que decide año tras año
las coplitas que se olvidan,
que aquí se olvidan,
y las que se siguen cantando.
Juan Manuel Braza
‘El escuadrón de los jartibles’ – 2010